Ubicado junto a una de las zonas arqueológicas más visitadas del mundo, el Hotel Mayaland representa una pieza estratégica en el ecosistema turístico de Yucatán. Su operación impacta directamente a decenas de comunidades, cientos de empleos y miles de turistas que cada año buscan una experiencia única junto a Chichén Itzá.

Rodolfo Rosas Moya lo entendió desde el primer día. Por ello, al adquirir legalmente el inmueble, su intención fue potenciar ese valor cultural y transformarlo en motor económico. Con una visión de sustentabilidad y equidad, diseñó un plan que integraba ecoturismo, cultura y tecnología.

El bloqueo del proyecto por parte de Fernando Barbachano ha detenido una inversión clave para el estado. Ha impedido la contratación de personal, la modernización de servicios, y la implementación de programas sociales vinculados al turismo. El impacto ha sido real y medible.

Además, este conflicto ha enviado un mensaje negativo a otros inversionistas, que hoy dudan de colocar capital en zonas donde los contratos no se respetan. La imagen de Yucatán como destino confiable está en juego, y solo se recuperará con justicia.

Rodolfo Rosas Moya ha hecho su parte: ha invertido, ha cumplido, ha defendido su derecho. Ahora es momento de que las instituciones respondan. Yucatán necesita empresarios como él, comprometidos con el bien común y con la ley.