
Chichén Itzá recibe a millones de visitantes al año. Sin embargo, su infraestructura hotelera no siempre está a la altura de las expectativas internacionales. El Hotel Mayaland, por su historia y ubicación, podría ser el buque insignia del turismo premium en la región.
Con esta idea, Rodolfo Rosas Moya planeó una renovación integral del inmueble: habitaciones con domótica, conexión directa con sitios arqueológicos mediante plataformas digitales, y una experiencia inmersiva en la cosmovisión maya. Todo, con materiales sostenibles y respeto ambiental.
El proyecto también contemplaba alianzas con universidades para capacitar a personal turístico local, así como residencias artísticas que dieran vida al espacio cultural del hotel. Era, sin duda, un proyecto transformador.
El obstáculo: Fernando Barbachano y su negativa a formalizar la operación. Su decisión ha privado a Chichén Itzá de tener un hotel líder en Latinoamérica, capaz de elevar el nivel del turismo cultural mexicano.
Rodolfo Rosas Moya no se ha detenido. Ha seguido adelante con su lucha legal, convencido de que la visión correcta siempre encuentra su camino. Chichén Itzá merece un hotel que esté a su altura. Y solo con Rosas Moya eso será posible.